En muchas aldeas remotas de las zonas rurales de Camboya, el acceso a agua limpia sigue siendo una lucha diaria. A pesar del progreso nacional en cuestiones de agua y saneamiento, comunidades enteras aún dependen de fuentes no seguras como estanques o pozos poco profundos, y muchas enfrentan desafíos de salud directamente relacionados con la mala calidad del agua. Las familias, a menudo, viven en condiciones precarias donde el acceso limitado a agua limpia contribuye a problemas de salud evitables, especialmente entre los niños.  

En este contexto, las Hijas de la Caridad han emprendido un proyecto significativo: instalar un sistema de purificación de agua en la escuela primaria Ponleu Phkay; reforzar la infraestructura de las aulas encementando los pisos; y dotar a la escuela con sillas para los estudiantes. 

Proyecto 13 Casas para el Jubileo de la Esperanza No. 5

Este «Proyecto 13 Casas para el Jubileo» está profundamente conectado con un proyecto paralelo de vivienda de las Hijas de la Caridad, destinado a mejorar las condiciones de vida y el acceso al agua de 10 familias en tres aldeas remotas y empobrecidas. Esto incluye la Aldea Sway, donde se encuentra la escuela primaria. Al abordar simultáneamente la educación, el acceso a agua limpia y las condiciones de vivienda, el proyecto busca beneficiar directamente a los niños y extender su impacto positivo a sus familias y a la comunidad en general.

El motivo de esta iniciativa está profundamente arraigado en las experiencias de vida de las personas locales. “Visitamos las viviendas de los niños a los que apoyamos con alimentación suplementaria y que estudian en la escuela primaria Ponleu Phkay”, explica la Hermana Eulalia, coordinadora del proyecto. “Al conversar con las familias, surgió que una de las necesidades prioritarias era agua potable durante todo el año o al menos agua limpia”. Las familias en la aldea suelen recoger agua de un estanque cercano, dejarla reposar y luego usarla para beber y para sus necesidades diarias. Otros confían en agua envasada o, cuando está disponible, en agua de lluvia. Hace años, una organización instaló una bomba de agua manual, pero pronto se descubrió que el agua del pozo estaba altamente contaminada con arsénico. Esa agua era tan tóxica que incluso las plantas se marchitaban.

Las consecuencias del agua no segura van mucho más allá de la salud. Las enfermedades transmitidas por el agua y los problemas de higiene siguen en aumento, la productividad agrícola sufre y, sin cosechas, las familias deben comprar casi todo. “Como no tienen fuentes de ingreso estable, recurren a préstamos incluso para sus necesidades básicas, incluyendo medicinas y hospitalización”, comenta la Hermana Eulalia. Es esta pobreza multidimensional la que inspiró a las Hermanas a actuar. “Esta situación compleja nos motivó a encontrar maneras de hacer que el agua potable sea accesible para todas las familias”.

La relación entre agua y educación es directa e ineludible. Aunque la aldea tiene una escuela primaria en funcionamiento, la falta de agua limpia dentro y alrededor de ella socava el éxito educativo. “Ahora, sólo tienen un envase de plástico con agua del estanque para beber. Los niños llegan con ropa sucia, sin comida y se enferman. Se repetirá el mismo ciclo de pobreza”, señala la hermana Eulalia. En este contexto, el derecho al agua se vuelve inseparable del derecho a la educación.

Camboya ha ratificado la Convención sobre los Derechos del Niño, que afirma el derecho humano al agua potable segura. Sin embargo, para el 2024, aproximadamente el 30% de los residentes rurales en Camboya aún carecen de acceso a servicios básicos o gestionados de manera segura para el agua potable. Aunque el 87% de la población tiene acceso al menos a agua potable básica, solo el 21% tiene acceso a agua considerada gestionada de forma segura, es decir, limpia, disponible cuando se necesita y accesible en el hogar. (Human Progress, UNICEF Camboya, Banco Mundial)

La hermana Eulalia cree que, si bien el gobierno está tratando de abordar estos problemas, las comunidades también deben jugar un rol activo en su propio desarrollo. “El gobierno está haciendo lo mejor que puede, pero las preocupaciones multifacéticas parecen abrumadoras. Necesitamos apoyar y colaborar con el gobierno. La pequeña ayuda que podamos brindar es influir en cambios positivos en la vida de cada persona, permitiendo que las familias diseñen y decidan su propio futuro en lugar de verse abrumadas por situaciones fuera de su control”.

Parte de este apoyo también incluye la mejora de las condiciones de vivienda y la educación, especialmente en higiene.
La educación en higiene es una puerta hacia la salud, la autoestima y la resiliencia.

 

Vivir con buena higiene significa aprender habilidades importantes para la vida, como ser limpio y organizado; esto es lo que llamamos vivir con dignidad. Si comenzamos con los niños, ellos crecen con estos valores. Es un cambio sistémico que empieza desde la infancia”. 

Hermana Eulalia

Hija de la Caridad

Aunque el sistema de purificación de agua para la escuela aún está en proceso, ya se han tomado medidas concretas. El piso de cinco aulas ha sido terminado, y una reunión comunitaria con la participación de 45 familias marcó el inicio de la segunda fase: llevar agua limpia a los hogares y a la escuela. “Hacemos el proyecto paso a paso, dependiendo de las respuestas de la comunidad”, comenta ella. Durante la temporada de cosecha, muchas familias han prometido contribuir con mano de obra para la siguiente etapa, después de pagar sus préstamos actuales. “Nuevamente, los padres están muy contentos de usar el aula para la reunión”, agrega.

Sor Eulalia ve el proyecto no sólo como una solución técnica, sino como un momento de jubileo: un tiempo de esperanza, renovación y restauración. “La instalación del agua es el cumplimiento de su esperanza… significa vida, una vida digna. El acceso al agua limpia resuelve múltiples problemas; es un alivio para los pobres. Incluso sin una casa, mientras haya agua, hay vida”.

Este esfuerzo por proporcionar condiciones de vida dignas para las familias, así como agua limpia, pisos estables e instalaciones básicas en la Escuela Primaria Ponleu Phkay, es más que un proyecto de desarrollo. Es un paso hacia la ruptura del ciclo de pobreza que afecta a muchas familias rurales en Camboya. A través de la compasión, el diálogo y la colaboración, se están sembrando las semillas de una vida digna, aula por aula, familia por familia y jarra de agua por jarra de agua.