Estábamos a mediados de septiembre cuando, una vez más, tuve el privilegio de viajar a Untermarchtal, Alemania. Las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl me invitaron a asistir y a hablar en su jornada anual de puertas abiertas, un evento que congrega a colaboradores, voluntarios y amigos de sus misiones en Alemania y el extranjero.

Sentí como si nunca me hubiese ido de allí.

La bienvenida fue cálida y sentida como la primera vez, la hospitalidad tan memorable como antes. Me alegro tanto de que las Hermanas me hayan invitado, y tan feliz de tener la oportunidad de aprender sobre su trabajo no solo en Alemania, sino también en Tanzania y Etiopía. Su compromiso parecía no tener límites: gestionan hospitales, residencias, guarderías, una escuela para niños sordos, centros de salud y mucho mas. Y permiten a jóvenes voluntarios alemanes ayudar en esos proyectos, ampliar sus horizontes y aprender sobre temas sociales en casa y el extranjero.

Todos los visitantes del día de puerta abiertas parecían estar tan impresionados como yo, y todos parecían tener ganas de aprender más sobre el trabajo vicenciano. Me di cuenta mientras presentaba la Alianza Famvin con las personas sin hogar y la Campaña “13 Casas”. Al principio, todos escuchaban con interés, pero pronto, la sala se llenó de debates sobre la pobreza, la vivienda a precios asequibles y la necesidad de tanto movimientos de base como de cambios de políticas desde arriba. Había un conocimiento profundo del sinhogarismo, pero también una gran pregunta ¿Cómo podemos acabar con él?

Es una pregunta difícil de responder.

Por mi parte, sin embargo, estoy totalmente convencida de que, juntos, podemos encontrar una respuesta al sinhogarismo. Creo que tenemos los conocimientos, la capacidad y los recursos. Creo que, si nos unimos como hicimos aquel día, y si colaboramos, podremos acabar con el sinhogarismo y crear un mundo en el que todos y todas tengan un lugar al que llamar hogar.

 

 

Anja Bohnsack, Responsable de investigación y desarrollo