La Conferencia sobre Refugiados y Trata de Personas de 2020 de la FHA se llevará a cabo en Sevilla a finales de este año, a menos que la COVID-19 nos obligue a posponerla hasta la primavera de 2021. Como parte del esfuerzo de la FHA para construir capacidad global dentro de la Familia Vicenciana sobre sinhogarismo, la conferencia busca arrojar luz sobre la respuesta vicenciana a la situación que viven los refugiados, las víctimas de trata y los solicitantes de asilo.

Sevilla, el lugar de la conferencia, también es el hogar de un proyecto de la Campaña “13 Casas” llamado «Alma Vicenciana». Proporciona un hogar a más de 50 mujeres refugiadas o migrantes, a veces acompañados de sus hijos. El objetivo es sacar y proteger a las mujeres de las redes organizadas de trata de personas. Además de proporcionar alojamiento y asistencia material, el proyecto consiste en inculcar autoestima y encontrar seguridad jurídica y orientación espiritual. Las mujeres reciben formación que les ayuda a hacer la transición a su nuevo hogar y a la forma de vida en España.

Una beneficiaria del proyecto, llamada Flore, huyó de Costa de Marfil a España después de haber sufrido años de abuso sexual, físico y emocional a manos de su esposo. Una vez en España, Flore encontró a la Familia Vicenciana y la casa de refugiados. Aquí, no solo encontró un lugar para quedarse, sino que también la oportunidad de aprender nuevas habilidades, encontrar empleo, una existencia segura y segura, y quizás lo más importante de todo, un ambiente cariñoso.

El refugio es la viva muestra de que cualquier definición de sinhogarismo debe incluir a los refugiados; cuya importancia no puede subestimarse.

En Mateo 25, Jesús dice que aquellos a su mano derecha heredarán el reino porque cuando él era un extraño, lo recibieron. Confundidos, los justos preguntan a Jesús cuándo lo recibieron como un extraño. Jesús responde: «cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo». Aquí, Mateo indica que los cristianos deberían ver a Cristo en todos los que se encuentran.

De hecho, los estudiosos sostienen que, en el Nuevo Testamento, «extraño» y «prójimo» son en realidad sinónimos y se usan indistintamente a lo largo de los Evangelios. Como tal, la Regla de Oro, «ama a tu prójimo como a ti mismo», se refiere no solo a las personas que conoces, o las del mismo país que tú, nuestros «vecinos» en el sentido tradicional, sino también a las personas que no conoces, de fuera de su pueblo, ciudad, país o cultura.

El propio San Vicente lo reconoció. Durante las guerras en Lorena, trabajó para encontrar refugio para miles de personas desplazadas. Uno de sus asistentes, el hermano Mathieu Regnard, cruzaba regularmente las líneas enemigas para entregar dinero de San Vicente para el alivio de aquellos en zonas de guerra. En su viaje de regreso, a menudo traía a la gente que había encontrado en circunstancias extremas, y él y San Vicente los alimentaban y alojaban.

Cuando escuchamos historias como ésta del trabajo de San Vicente hace cuatro siglos, se asemeja mucho al trabajo de la Familia Vicenciana hoy, y experiencias como la de Flore. Está claro hasta qué punto su legado ha continuado tanto en la práctica, a través de nuestro trabajo, como en el pensamiento, en la conferencia de este año.