El 4 de agosto de 2020, dos grandes explosiones sacudieron el puerto de Beirut, matando a más de 150 personas e hiriendo a más de 6.000. Más de 60 personas desaparecieron.

Lo que sucedió este martes es mayor que el tamaño de Líbano en su situación actual, lo que se suma a la crisis económica, el colapso de la moneda y la crisis del COVID-19.

Este incidente catastrófico dejó a más de 300,000 personas sin hogar, muchos edificios colapsaron, personas perdieron sus trabajos, residencia y algunos, miembros queridos.

Varios hospitales habían alcanzado su capacidad máxima, dejando a muchas personas sin asistencia médica.

La semana pasada, muchos miembros de la Familia Vicenciana se ofrecieron como voluntarios en las áreas más afectadas por la explosión. Esos voluntarios ayudaron a las personas a reubicarse, limpiar casas y proporcionar lo que estuviera a su alcance para satisfacer algunas necesidades básicas.

La gente ahora necesita desesperadamente medicamentos, alimentos, lugares para quedarse y apoyo financiero para renovar sus casas destruidas. En cuanto a la Familia Vicenciana en el Líbano, este desastre nos instó a recordar aún más a San Vicente y lo que haría en tal situación.

Cualquier acción que hicimos fue un acto de amor, recordando la famosa cita de San Vicente de que “el amor es inventivo hasta el infinito”.

Después de cinco días de trabajo continuo, se logró muy poco en comparación con lo necesario. Necesitamos desesperadamente cualquier tipo de apoyo (financiero, alimentos, medicamentos, etc.) para ayudar a las personas desfavorecidas y sin hogar y garantizar que nadie se quede atrás.

Nuestro embajador voluntario en el Líbano escribió este texto poco después de la explosión. La Familia Vicentina está dando cobijo a las personas sin hogar, cuidando de los más pobres, curando a los heridos y alimentando a los necesitados ¡Las personas sin hogar del Líbano cuentan contigo! ¡Dona!

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Diarios Vicencianos analiza algunas de las experiencias más personales de los/as vicentinos/as que trabajan con personas sin hogar, residentes de barrios marginales y refugiados/as. Arrojan luz sobre los momentos que nos inspiraron, las situaciones que nos dejaron boquiabiertos y conmocionados, y las personas que se cruzaron en nuestros caminos y nos mostraron que se aún debe hacer más.

Lo que los conecta es el compromiso vicentino con los más pobres entre los pobres, y la esperanza de que, como Familia, todavía podemos hacer más.
 

 

 

Rodolph Haddad, embajador de la FHA en el Líbano