Desde la crisis económica del 2015 en Venezuela, Colombia ha acogido a aproximadamente 1,7 millones de venezolanos, lo que representa más del 37 % de los aproximadamente 4,6 millones de refugiados venezolanos en América Latina y el Caribe.[1] Más de la mitad de la población venezolana que vive en Colombia no cuenta con un permiso de residencia regular, lo que los excluye de servicios esenciales, como el derecho a la protección y asistencia.[2] De hecho, muchos refugiados llegan ilegalmente a Colombia y se encuentran sin un lugar donde dormir, limitando las horas de descanso por día, impidiendo la búsqueda de trabajo, el acceso a la educación y la vivienda.[3] Sin una vivienda segura, los refugiados están expuestos a otros riesgos, como el reclutamiento de niños en pandillas o grupos armados, violencia sexual, violencia de género y trata de personas.[4] Las mujeres venezolanas están particularmente expuestas a diferentes tipos de violencia, incluida la explotación sexual, económica y laboral. Al carecer de su permiso de residencia, viven con el temor de ser expulsados ​​del país y, en consecuencia, no denuncian a las autoridades.

La historia de Alejandra: madre, luchadora, guerrera

Durante el mes de marzo, el cual incluye el Día Internacional por los erechos de las Mujeres (8 de marzo), queremos compartir con ustedes la historia de Alejandra, una joven venezolana que emigró a Colombia con sus cinco hijos en busca de un futuro mejor.

Después de llegar a Colombia, Alejandra inició un pequeño negocio de venta de arepas y café. Sin embargo, la falta de un trabajo estable y el hecho de no poder pagar los costos del alquiler, la comida y otros gastos de sus hijos significaron que Alejandra se encontró sola, con un mayor riesgo de quedarse sin hogar. Durante la pandemia, las Hijas de la Caridad de Cali y gente de buen corazón, la ayudaron a manejar estos gastos garantizándole una vivienda temporal.

Sor Luz, Hija de la Caridad radicada en Cali, aún recuerda cuando conoció a Alejandra por primera vez: “[…] Alejandra estaba sola con sus hijos, cansada y hambrienta, con un solo colchón y cuatro bolsas sin ningún lugar donde quedarse …”

Las Hijas de la Caridad querían apoyar el sueño de Alejandra de ser independiente y tener un hogar para sus hijos. Tocaron varias puertas a nivel local e internacional y una de las respuestas positivas provino de la Campaña “13 Casas”. El proyecto, gracias a los fondos recaudados por las Hermanas y la contribución del Fondo de Solidaridad, vio la compra de una nueva casa para Alejandra.

El proyecto comenzó en diciembre del 2020 y superó varios desafíos en su desarrollo. Por ejemplo, se necesitaban reparar las infiltraciones de agua y otros trabajos de mantenimiento en la casa. Los documentos de residencia de Alejandra también necesitaban ser regularizados y había cierta burocracia relacionada con asegurar que el título de la casa estuviera a su nombre.

Hoy, gracias al apoyo de las Hijas de la Caridad, Alejandra y sus hijos tienen un nuevo hogar donde pueden comenzar de nuevo su vida con dignidad. Los niños han vuelto a acceder a la educación y Alejandra mantiene su pequeño negocio.

Sor Luz, Coordinadora del Proyecto “13 Casas” dijo: “Alejandra es madre, luchadora, guerrera, con una fe inmensa y un gran deseo de ayudar a sus hijos a salir adelante”.

Gracias a todos los que hicieron posible este proyecto y este maravilloso sueño, no sé cómo expresar mi gratitud. Gracias porque ahora tengo un lugar feliz y digno para quedarme.

Alejandra

Damos gracias a Dios, a las Hijas de la Caridad, a Alejandra, a sus hijos y a todos los que hicieron posible este proyecto. ¡Rezamos para que juntos podamos poner fin al sinhogarismo, una casa a la vez!