El servicio es el corazón de la caridad vicenciana. La gente que entrega su tiempo para ayudar a nuestros hermanos y hermanas más pobres ha llevado el espíritu de San Vicente a través del mundo durante los últimos 400 años.
La Sociedad de San Vicente de Paúl en Australia es una de las organizaciones benéficas más grandes del mundo, que ayuda a más de 2 millones de personas cada año. Esto incluye a muchas de las comunidades sin hogar del país. En Australia, más de 116,000 personas en cualquier noche están viviendo sin hogar o en alojamientos inadecuados y, tristemente, esto está en aumento.
En Australia, la organización benéfica cuenta con más de 60,000 miembros y voluntarios, que trabajan arduamente para ayudar a las personas necesitadas y combatir la injusticia social en toda Australia.
Tom Fisher fue una de esas personas: viviendo en Perth, Australia, trabajó como voluntario en la regional Sociedad de San Vicente de Paúl durante más de 50 años, incluso como presidente estatal. Él y su esposa Shirley entregaron miles de horas, a lo largo de esas décadas, transformando innumerables vidas a través de su altruismo y dedicación.
Apenas unas semanas después de dejar el HMAS Sydney (crucero de la Real Marina Australiana), Tom perdió a todos sus compañeros después de que se hundió y se perdió en 1941, una de las mayores tragedias navales de Australia. Solo fue recuperado en 2008 después de renovados esfuerzos para cerrar el misterio.
Tom hizo la promesa de que si sobrevivía a la guerra dedicaría el resto de su vida al servicio de los demás y eso fue exactamente lo que hizo. Ya sea como miembro, presidente de la Conferencia, presidente regional, presidente del Estado, o archivista e historiador de la SSVP, Tom Fisher nunca dejó de dar.
En el 2016, San Vincent de Paul abrió un nuevo servicio llamado La Casa de Tom Fisher ofrece alojamiento a personas sin hogar en situación de calle, hasta por 7 noches, cubriendo necesidades básicas como una ducha de agua caliente, comida, ropa y lavandería.
La Casa de Tom Fisher también brinda el apoyo de personal, especialmente capacitado, que desarrolla un plan con los residentes para que puedan salir para siempre de la falta de vivienda. Esto incluye referencias a otras redes de apoyo, como servicios médicos o rehabilitación de adicciones.
Otro principio vital de nuestro carisma vicenciano que se muestra en La Casa de Tom Fisher: no tener barreras para entrar. La casa opera con un enfoque de «umbral bajo», lo que significa reducir las restricciones sobre quién puede ingresar al proyecto. Las personas sin hogar con problemas de drogas, por ejemplo, son bienvenidas.
Como dijo San Vicente: «Tenéis que ver a Dios en la persona de los pobres». La Casa de Tom Fisher se asegura de que, incluso aquellos con los desafíos más complejos, tengan la oportunidad de transformar su vida. En cualquier momento, 12 hombres, mujeres o parejas se alojan (fuera de la calle), en condiciones de seguridad y con el apoyo de la Sociedad de San Vicente de Paúl en Australia Occidental.
Un tributo apropiado a los valores del servicio encarnado por el propio Tom Fisher, quien tristemente falleció unos meses antes de la inauguración oficial en 2006, pero sus valores viven en todos nosotros para apoyar a las personas menos afortunadas con amor, respeto y esperanza y dar forma a una sociedad más justa y compasiva.