Barrios marginales, favelas, chabolas, … Los nombres son diferentes. Pero las implicaciones son muy a menudo similares. Cientos de miles de personas que viven abarrotadas en un espacio pequeño en o alrededor de un área urbana. Originalmente, temporal, pero ahora se transformó en algo que se siente mucho más permanente. En algunos lugares se encuentran barracas pequeñas, frágiles, sin ventanas, con techos de hojalata. En otras, las casas se apilan unas sobre otras, aparentemente desafiando todas las reglas de la gravedad.
Los pequeños caminos son estrechos, cualquier espacio disponible se utiliza a plena capacidad. El agua es un problema. Así como el saneamiento. En muchos lugares, los pocos baños públicos no son suficientes para el número de personas que los necesitan.
A pesar de las dificultades, muchos barrios marginales de todo el mundo presentan economías locales prósperas. En Dharavi (Mumbai, India) puedes encontrar de todo, desde panaderías hasta tiendas de fabricación de cuero y trabajos de metal al caminar por la calle. En la ciudad de Orangi (Karachi, Pakistán), los residentes se han apoderado de sus propios sistemas de alcantarillado después de que el gobierno no lo hiciera (Reuters). Y en Rocinha (Río de Janeiro, Brasil) los turistas pueden participar en excursiones organizadas por residentes para experimentar lo que significa vivir en una favela.
Los residentes, a menudo, son ingeniosos y creativos en sus ideas y encuentran formas de ganarse la vida, incluso, cuando las probabilidades están en contra de ellos. Pero lo que queda son los desafíos que son difíciles de superar por su cuenta. Uno de ellos es la incertidumbre de la propiedad de la tierra: poner a los residentes a merced de los que están en el poder. Lo que significa que miles de personas pueden quedarse sin hogar en cuestión de horas como ocurrió a mediados de julio de 2018 en el barrio de Kibera en las afueras de Nairobi, Kenia (Reuters). Otro desafío es la falta de infraestructura que dificulta que las personas accedan a más y mejores empleos. Y la falta de educación tanto para niños/as como para adultos: una de las mejores oportunidades para escapar de la trampa intergeneracional de la pobreza.
Entonces, ¿qué podemos hacer? ¿Cómo se puede unir la Familia Vicenciana para ayudar a quienes viven en barrios marginales, favelas y chabolas de todo el mundo? ¿Cómo podemos ayudar a mejorar su situación de vida o evitar que se queden sin hogar en el futuro?
La Campaña “13 Casas” tiene como objetivo mejorar y transformar las vidas de 10,000 personas sin hogar, refugiados, desplazados internos y habitantes de barrios marginales en un período de 3 a 5 años a partir del 2018. Y lo invitamos a formar parte de ella: ¡Infórmanos sobre tus ideas y proyectos! Somos ambiciosos y queremos ver proyectos “13 Casas” en los 156 países donde trabaja la Familia Vicenciana. ¡Asegúrese de que su país sea parte de esta Campaña Vicenciana global para poner fin al sinhogarismo!
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