Hace unos meses, Mark McGreevy y yo tuvimos el privilegio de ser invitados a la Conferencia de Megvis, la Familia Vicenciana Alemana, en Untermarchtal, Alemania, para hablar sobre el trabajo de la Alianza Famvin con las personas sin hogar y la Campaña “13 Casas”.
La conferencia reúne a las principales congregaciones vicencianas de habla alemana para analizar y discutir temas sociales relevantes; el tema de este año fue el “Compromiso vicenciano por la dignidad humana: testimonios del siglo XVII, del siglo XX y de hoy día”. No sabía qué esperar y, así, llegué al primer día de la conferencia con curiosa expectación.
Resultó ser una montaña rusa emocional.
Por ser alemana, estoy acostumbrada a enfrentarme con el pasado de mi país. Crecemos aprendiendo sobre la catástrofe de la Primera Guerra Mundial, sobre las atrocidades cometidas durante la Segunda Guerra Mundial. Y, entonces, supuse que estaba preparada. Pero no lo estaba.
Con total honestidad, los oradores nos devolvieron a algunos de los momentos más oscuros de la historia europea, pintando una imagen a través de películas, cartas, testimonios: una imagen que, a veces, era difícil de soportar.
Eso fue contrastado con los enormes sacrificios humanos para ayudar a los enfermos, los heridos, los pobres. Se contaron historias de hermanas que cuidaban a cientos de personas en hospitales militares improvisados; aquellas que todavía encontraban formas de alimentar a las comunidades más pobres; o quienes se quedaron para tratar de reconfortar a los pacientes psiquiátricos durante la Segunda Guerra Mundial, a pesar de los horrores que iban a venir después.
Estos días fueron tan difíciles mientras transcurrían: mostraron lo peor y lo mejor de la humanidad. Pero, sobre todo, fueron inspiradores. Demostraron que, incluso en los lugares más abandonados y desesperados, se puede servir a los pobres. Se puede dar esperanza.
Esto quedó de manifiesto en las muchas historias maravillosas del compromiso vicenciano actual: ya sea con los refugiados, con expresidiarios, con las personas sin hogar o los enfermos. No hubo falta de entusiasmo para hacer más. Hubo una infinita compasión y compromiso con los pobres y una ilusión esperanzadora de lo que se podía hacer en el futuro, con toda la bien conocida creatividad vicenciana y con actitud resolutiva.
Y cuando Mark y yo hablamos a los participantes en el último día de la conferencia, al presentar el trabajo de la Alianza Famvin con las personas sin hogar y el potencial de la Campaña “13 Casas”, pudimos sentir la sala vibrando de ideas, con el anhelo vicenciano de actuar, dejándonos animados por lo que traerá el futuro.
Al final, esta conferencia ha sido una de las conferencias más desafiantes en las que he estado – de la mejor manera posible. Me enseñó más de lo que podría haber imaginado; no sólo acerca de mi historia, sino de la capacidad humana de dar dignidad y esperanza.
Anja Bohnsack, Responsable de investigación y desarrollo