Pasado el mediodía del 11 de septiembre de 2017, Don Abundio Pérez se encontraba trabajando como todos los días en el campo, cerca de Hueyapán, en Morelos, México. De repente, escuchó un tronido espantoso y la tierra comenzó a ondearse y fracturarse. Don Abundio quiso correr, pero el temblor lo derribó. Al principio, pensó que el volcán Popocatépetl, en cuyas faldas se ubica Hueyapan, había entrado en erupción, pero pronto se dio cuenta de que había sido un gran temblor de tierra.
Pasado el susto, corrió a su casa. En el camino se percató de que la cúpula y parte de las torres del templo del pueblo se habían caído, la gente gritaba y lloraba y muchas casas estaban derruidas. Siguió su camino con apuro pensando en su nieta y bisnieta que viven con él.
Al llegar a su pequeña casita hecha de adobe se encontró con que ya no existía, todas las paredes eran polvo y el techo de lámina se había torcido. No podía creer lo que veía, el esfuerzo de muchos años y sacrificios había desaparecido. La nieta, al sentir el temblor salió corriendo a la escuela para recoger a su pequeña hija y ya iban de regreso cuando se encontraron al abuelo sentado en las ruinas llorando.
Algunos vecinos que no se vieron tan afectados corrieron a auxiliarlos y a ofrecerles su casa. Pasaron casi cuatro meses sin poder recuperar nada. Don Abundio seguía trabajando en el campo, pero su nieta decidió mudarse a la capital del Estado para buscar empleo como sirvienta y ahorrar dinero para la casa, dejando a la pequeña con los vecinos.
Un día de diciembre llegaron al pueblo las Voluntarias de Familia Vicentina y la Fundación Corazones por México, y explicaron a Abundio que buscaban apoyar a familias afectadas por el terremoto y el cura local les había comentado su caso. Así, Abundio se convirtió en beneficiario del proyecto de la Campaña “13 Casas” Casas para Hueyapán, en el que han colaborado ocho ramas diferente de la Familia Vicenciana de México. Además, varios hombres del pueblo aprendieron albañilería y ayudaron en la construcción del proyecto.
En marzo de 2018, se entregaron las primera cuatro casas de un total de 13. Ese día Don Abundio pudo entrar en su nueva casa, que ya no era de adobe sino de ladrillo, con techo, tres habitaciones, baño con drenaje, cocineta y calentador de agua. A pesar de haber perdido toda esperanza de volver a tener un hogar, gracias a la Campaña “13 Casas” Don Abundio ahora vuelve a vivir bajo techo y puede proporcionar a su bisnieta un lugar para crecer.