Cada año, el 10 de Octubre, se celebra el Día Mundial de las personas en situación de sinhogarismo para enseñar a personas de todo el mundo cosas sobre el sinhogarismo, y para reflexionar sobre cómo el sinhogarismo puede afectar a personas de todos los países, estilos de vida y edades, particularmente niños.

Según la UNICEF, se calcula que hay 100 millones de niños sin hogar en el mundo y 365 millones de niños viven en situaciones de extrema pobreza, luchando por sobrevivir con menos de 1 dólar con 90 centavos al día. Niños que crecen empobrecidos a menudo con falta de acceso necesidades básicas como comida, higiene, habitación, cuidados médicos y educación. Los niños también tienen el doble de probabilidades de vivir en la pobreza que los adultos y son más vulnerables a sus efectos.[i]

En Kitale, Kenia, ha habido un intento de averiguar el número de niños y jóvenes adultos viviendo en la calle: según Child Rescue Kenya, el gobierno local y la policía hay aproximadamente 700 niños viviendo en la calle. Mientras que los niños y jóvenes incluídos en este número fueron contados en momentos y lugares específicos, es importante remarcar que esta no es la visión completa- nosotros podemos asumir que hay niños que no fueron contados por un millón de razones, como la seguridad y la falta de acceso a calles y edificios.[ii]

Una observación interesante  del recuento de personas sin hogar de la calle fue que había más niños que niñas viviendo en la calle. Pueden haber varias razones para esto, desde las creencias culturales hasta la ruptura de dinámicas familiares.  Por ejemplo, en casos en los que el padre abandona la familia, o si el niño nace fuera del matrimonio y la madre se casa o se vuelve a casar, los niños representan una responsabilidad a largo plazo no sólo de cuidado sino también por la expectativa de que el padre tiene que dar la tierra para sus hijos varones. En cambio, las niñas son a menudo consideradas una inversión ya que la familia se beneficiará con la dote cuando se case.[iii]

 

 

En Kitale, las Hijas de la Caridad atienden las necesidades de los niños de la calle con su proyecto “Upendo Street Children Project” (USCP), parte de la Campaña de las 13 casas.

En 2020, las Hijas de la Caridad comenzaron el proyecto para responder a la falta de servicios para niños de 14 años en adelante. En aquel momento, había 4 centros de acogida en la ciudad, y ninguno estaba orientado para beneficiarios de 15 a 18 años.

Las Hijas de la Caridad abrieron un centro de acogida y un centro de rescate y rehabilitación, creando un ambiente que preservase a los niños de los peligros de la calle y les garantizase un futuro seguro a través de programas de educación y capacitación.

Los beneficiarios son niños sin hogar que pasan las noches en la calle y soportales de la ciudad de Kitale. El USCP ha sido benéfico para cada uno de ellos- en 2022, 30 niños se reintegraron en el sistema de educación pública (primaria y secundaria), y un total de 13 beneficiarios completaron varias formaciones, como peluquería, pintura de coches y restauración. Son  dedicadas también muchas horas para restablecer la conexión entre los chicos y sus familias, y para crear condiciones para más adelante regresar a casa. Hoy, 25 se han reunificado con sus familias.

Upendo activities

Como parte de la nueva campaña orientada al trabajo infantil y al tráfico de niños, las Hijas de la Caridad han realizado 4 sesiones de formación sobre prevención y advocacía, y un programa de radio. La campaña recibió el amplio apoyo local y la radio local emitió historias de los niños de la calle. La campaña es parte de un programa anual, “Home First” (Primero el hogar), el cual busca sensibilizar a los niños y sus familias, a la comunidad y al gobierno local sobre las causas del sinhogarismo de calle, y sus efectos.

Para celebrar el Día Mundial de las personas en situación de sinhogarismo, queremos compartir con vosotros una de estas historias de uno de los beneficiarios, Rajab, quién agradece al “Upendo Street Program” por su ayuda para salir de la calle y dar sus primeros pasos en dirección a un futuro brillante.

Entre los 12 mejores estudiantes: Rajab conquista su viaje fuera de la calle

 Desde que él era muy pequeño, Rajab Abdalla fue separado de sus padres y se fue a vivir con su abuela que era alcohólica. A pesar de su difícil situación, su madre y su abuela conseguían trabajos temporales para mantenerle a él y a sus hermanos. La madre de Rajab no tardó en mudarse para Nairobi en busca de mejores condiciones de trabajo para mantener a la familia, pero no tuvo suerte. Cuando el golpe del Covid-19, el desempleo afectó a toda la familia- sin nadie que pudiese pagar las taxas escolares, Rajab abandonó el colegio y comenzó a vivir en la calle con 15 años.

Cuando los trabajadores sociales rescataron a Rajab, él tenía una herida en la pierna, pero gracias a las enfermeras y los trabajadores sociales, después de varios meses de tratamiento, él se recuperó completamente.

En el Upendo Street Children Project, Rajab encontró un ambiente acogedor donde participaba en actividades diarias y recibía servicios de asesoramiento que le ayudaron a sentirse mejor. Rajab progresivamente comenzó a abrirse y fue capaz de compartir su historia con los trabajadores sociales sobre cómo acabó viviendo en la calle. Los trabajadores sociales intentaron localizar a sua madre varias veces, sin suerte. Más tarde, supieron que ella había salido del país para buscar trabajo.

Rajab
Gracias al apoyo económico del centro, Rajab ha conseguido volver al colegio. Este año, Rajab se presentó al examen nacional de Educación Primaria (Kenya National Exams KCPE, Kenya Certificate of Primary Education) y quedó entre los 12 primeros. Después de completar la educación primaria donde tuvo buenos resultados, el Programa ha continuado apoyándole y ha asegurado su admisión en un centro de secundaria (St Columbans Secondary School donde él está estudiando.) Él vive ahora con su abuela y está animado por volver al Centro durante las vacaciones, donde las Hijas de la Caridad van a poder continuar aconsejándolo y acompañándolo.