Ser madre soltera de cuatro hijos es siempre un reto, todavía más durante una pandemia global. Letay Kassa, de 34 años, ya estaba habituada al sinhogarismo y a las duras condiciones de vida cuando la COVID-19 golpeó Mekelle, en Etiopía.
La familia de Letay la envió a la ciudad desde su aldea para escapar de la difícil vida en rural en Etiopía, pero el trabajo era difícil y ella se sentía anónima en un lugar que no la recibió bien. Durante los últimos diez años, ha vivido a base de realizar pequeños trabajos y a mendigar después de haber sido abandonada por sus parejas. La realidad era muy diferente a la que Latay había soñado “vivir en una ciudad como madre soltera es difícil: sin trabajo seguro, el alto coste de la vida, etc. La vida para mí y mi familia se vuelve más difícil cada día”. La familia no podía pagar un alquiler, por lo que se vieron obligados a vivir en pequeñas casas o refugios de láminas de metal, o en lugares en construcción inacabados cubriendo los huecos con huecos o sábanas viejas, expuestos y vulnerables al viento, las inundaciones y los intrusos.
Hace dos años, Latay conoció a las Hijas de la Caridad en Mekelle a través del programa de apoyo a niños que viven en condiciones difíciles. Su hijo mayor ha podido continuar su educación. “Está iluminando su futuro y el nuestro, gracias a las hermanas”, dice.
Cuando las Hijas de la Caridad comenzaron a responder ante la COVID-19, Latay fue seleccionada para recibir asistencia de emergencia. Debido a las restricciones del confinamiento, las personas que dependen de mendigar trabajan de jornaleros o vendiendo en la calle, se encuentran en riesgo de pasar hambre. Como otras familias sin hogar, hogares liderados por mujeres, personas desplazadas internamente o en riesgo de hambruna, Letay recibió 60 kilos de harina de trigo, galletas y productos de higiene para proteger a su familia de la COVID-19 y mitigar sus devastadores efectos.
“Cada vez que pierdo la esperanza, estoy estresada o frustrada, las Hijas de la Caridad están ahí para mi, para mis hijos y para los pobres para aliviar nuestra situación y escuchar al Dios siempre amoroso”, dice Latay. El miedo a la pandemia y las restricciones han deteriorado la vida de las personas que sobreviven gracias a la mendicidad, a trabajos informales o a la asistencia de generosos vecinos. Gracias a las Hijas de la Caridad y los generosos benefactores, estas familias pueden sobrevivir feliz y segura.
Con tu donación, la Alianza Famvin con las personas sin hogar puede apoyar a las Hijas de la Caridad en Etiopía y a otros vicencianos trabajando por los más pobres de los pobres y las personas sin hogar durante la COVID-19 ¡Nunca debemos abandonar a los pobres!