Vincent en Jericho Way. Fotografía: Becca Bona/The Daily Record

En agosto de 2018, Depaul USA abrió el primero de sus proyectos de la Campaña «13 Casas» en Little Rock, y recibió a Vincent en su nuevo hogar. Ahora, nueve meses más tarde, teníamos curiosidad por saber más sobre él y ver cómo le va.

Para Vincent ha sido un largo camino hasta llegar a dónde está, un largo camino hasta llegar a ser el encargado de Jericho Way, un largo camino para devolver a la comunidad lo que le ha dado ayudando a los más pobres de entre los pobres.

Creció en la zona oeste de Chicago con su madre y cinco hermanos y aprendió desde muy pronto a estafar, a beber, a consumir drogas; todo antes de tener 10 años. Esta vida llevó a Vincent por un camino criminal hasta que fue finalmente detenido y condenado a cinco años de carcel.

Pero cuando salió, algo pasó que se convirtió en un golpe de suerte: la furgoneta que debía recogerlo y devolverlo a su antiguo barrio nunca llegó. En vez de eso, lo enviaron a Little Rock, que lo llevó a la Union Rescue Mission, que lo llevó a conocer a Mandy Davis, que lo llevó a convertirse en encargado de Jericho Way, y finalmente a su nuevo hogar.

Y para Vincent, la pequeña casa en Heather Lane es precisamente eso, un hogar. Su cocina, su salón, su cama, sus macetas de flores. Pero la mejor manera de entender qué significa para Vincent es a través de sus propias palabras:

“Me siento vivo, y más en contacto con mi vida. Cuando me bajo del autobús y ando los 10 minutos que me lleva hasta Heather Lane, es como caminar en las nubes. Saludar a la gente cortando la hierba y lavando sus coches. Simplemente viviendo la vida. Entonces me doy cuenta de que mi hogar está a la vuelta de la esquina y mi corazón salta y sonrío de oreja a oreja. En el refugio y la prisión […] he visto la falta de esperanza. [Gente] haciendo cola para pedir por lo básico del día: jabón, pañuelos, comida, como animales en la perrera. Ponía cara de cordero degollado a un hombre para que supiera lo necesitado que estaba, con el pecho caído, el espíritu quebrado y el deseo de dejar de existir. Pero tener una casa y poder pagar el alquiler, las facturas, poner comida en la mesa y lavar mi propia ropa y mis platos es algo inexplicable. En la prisión y el refugio no tenía paz. Pero hay paz en Heather Lane. Mi pecho se hincha y parezco un hombre cuando me miro en el espejo”.

Vincent llama al día en que la furgoneta no apareció “una intervención divina”. No podíamos estar más de acuerdo.

Si quieres participar en la Campaña «13 Casas» y proporcionar casas a más personas en todo el mundo, visítanos vfhomelessalliance.org en para saber más.

Este boletín está basado en el artículo publicado en el Daily Record y en escritos de Vincent.