Imagínense un hilo rojo serpenteando a lo largo de un viaje trazado en un mapa, en busca de la propia felicidad. El camino de Doris representa un viaje interior de autodescubrimiento, a través de países y encuentros con diferentes personas. Algunos de ellos intentarán, con violencia, cortar ese hilo rojo que simboliza la tan ansiada felicidad. Al final, Doris conseguirá conservar ese hilo rojo del amor, el cordón umbilical, el nacimiento y la alegría en los ojos de su recién nacido que ha venido al mundo, Raymond.

 

Un viaje por 6 países: desde Ghana a España

 

Mi nombre es Doris, tengo 24 años y soy de Ghana. Nací en una familia cristiana con ocho hermanos. Vivíamos en extrema pobreza y no todos podíamos asistir a la escuela. Aprendí lo que me enseñaron mis hermanas.

Como nuestra familia no tenía suficiente dinero, mi madre decidió enviarme a vivir con un conocido en otra ciudad. En esa casa mi vida estaba llena de miedo e incertidumbre; violencia física y emocional. Sobreviví situaciones inimaginables para enviar dinero a mi familia para ayudarlos. Hasta que un día decidí irme a escondidas con el dinero que tenía ahorrado.

Dejar todo lo que sabía y dejar atrás a mi familia fue lo más difícil que he hecho en mi vida… mi padre, mi madre y mis hermanos. Lo abandoné todo, sabiendo que pasaría mucho tiempo antes de que nos volviéramos a reunir.

Salí de mi país en el 2018, viajando por Togo, Benin, Níger, Argelia y finalmente Marruecos. Me tomó tres meses y caminé la mayor parte del camino. Fue increíblemente duro y sólo pude aferrarme a mi fe. Dios me dio la fuerza que necesitaba para soportar tanto sufrimiento.

Vi a tanta gente que había comenzado el viaje conmigo, pero no pudo hacerlo. La gente moría a mis pies. Teníamos un largo camino por recorrer y no teníamos agua ni comida. Aún hoy llevo conmigo el doloroso recuerdo de aquellos que no pudieron sobrevivir.

En esos momentos sólo podía confiar en que Dios me daría las fuerzas necesarias para llegar a mi destino aun cuando dudaba y me sentía abandonada por momentos.

En Marruecos conocí a mi futuro marido y finalmente quedé embarazada. Vivimos en los bosques de Nador por un tiempo y después quedé embarazada. A pesar de las dificultades y del trágico incidente en el que perdí a mi bebé durante una persecución policial, siempre sentí la presencia de Dios. Luego llegamos a las Islas Canarias, pero al llegar nos separaron, dejándome con muchos temores, pero Dios permaneció a mi lado durante todo el viaje.

De las Islas Canarias me enviaron a Sevilla, España. Nuevamente los miedos, la soledad, lo desconocido, pero esta vez Dios había preparado algo para mí: la Familia Vicentina, que me recibió con los brazos abiertos, me trató como nunca antes me había tratado nadie, dándome todo sin esperar nada a cambio. Por primera vez me sentí una persona, una mujer, una amiga, una hermana, en un hermoso hogar donde podía compartir mis experiencias de vida con otras niñas que habían pasado por situaciones similares a la mía.

Todas las mujeres que formamos parte de esta gran familia recibimos un trato especial y todas nuestras necesidades son cubiertas, especialmente las relacionadas con la salud y el bienestar. Durante uno de esos controles médicos descubrí que estaba embarazada. Estaba muy asustada; no quería perder a mi bebé otra vez. Tenía muchas ganas de compartir la noticia con mi marido (fue una gran alegría), pero él no lo tomó bien. Me dijo que no quería tener nada que ver conmigo ni con nuestro bebé, afirmó que el niño no era suyo y me abandonó a mi suerte.

Esta vez ya no estaba sola. Tenía tantos ángeles a mi alrededor que me consolaban, animaban y cuidaban que no podía dejar de agradecer a Dios. Hoy mi hijo ha cumplido un año y es un niño sano y feliz.

Lucho para él por una vida mejor de la que yo he vivido. Trabajo incansablemente para lograr mis sueños y seguir aprendiendo español. Me encantaría trabajar ayudando a niños que no tienen familia, tener casa propia y ser autosuficiente.

A todas aquellas personas que, como yo, dejaron su país huyendo o buscando un futuro mejor, quisiera decirles que no pierdan la esperanza que encuentren un lugar seguro y que luchen pacientemente por sus sueños. Que agradezcan cada día lo que Dios tiene preparado para ellos.